Vamos hoy con una miniserie británica, un drama político de esos en los que la ambición está por encima de todo. El poder es una droga, una de las más adictivas. Tanto es así que alguien que haya caído en sus redes puede estar dispuesto a todo por conseguir una dosis mayor, incluso a cumplir con esa ley de la que todos reniegan de boquilla pero que convierten al final en su mantra de buena gana: el fin justifica los medios.
The Politician's Husband
2013
En tres episodios de una hora conocemos el curioso funcionamiento de un matrimonio poco habitual. Ambos viven de la política y ocupan puestos de responsabilidad en el gobierno británico. Él es Aiden Hoynes, ministro, que ejecuta una jugada arriesgada para intentar trepar hasta la cima del poder. El resultado no es el esperado y su mujer, Freya, por carambolas e intereses políticos, acaba en una mejor posición de poder con la idea de ayudar a su marido a remontar el vuelo. Ese es el planteamiento incial. Lo que sucede a partir de ahí es toda una serie de jugadas, sucias la mayoría, al estilo de 'House of Cards', aunque con menos calidad en el producto final.
Lo mejor de esta serie es Emily Watson ('Appropriate Adult'), que interpreta a la protagonista. Es una actriz que siempre transmite. Es muy creíble. Una lástima que sus dos nominaciones al Oscar (por 'Rompiendo las olas' y 'Hilary and Jackie') no hayan acabado en estatuilla. A su lado está David Tennant, el Doctor Who del que hablamos hace poco por su miniserie 'Broadchurch'.
La historia es interesante, algo llevada al extremo, con un final que trata de ser sorprendente y en parte lo es. También quiere ser moralizante, aunque está llena de grises, y los "malos" no siempre pierden. Al menos no pierden todo.
La política y la familia son el centro de toda la trama. Ser político y a la vez padre o madre, sus consecuencias para la pareja, para la relación con los hijos. Todo esto está presente a lo largo de la miniserie, pero la ambición por el poder es el hilo conductor que se va comiendo todo, la causa, el camino y la consecuencia de lo que les sucederá a los personajes.
Que quede claro: no es una gran miniserie, pero el tema es lo suficientemente interesante como para echar una tarde con ella. Así es que para un día con ganas de ver las tripas de la política y un par de buenas actuaciones es más que recomendable.
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