2015-
'Los Soprano' y 'Damages'. Este es el currículum de Todd A. Kessler y Glenn Kessler. El tercero en la terna de creadores de 'Bloodline', Daniel Zelman, también firma la serie de Glenn Close. No está mal. Con estos nombres sobran razones para zamparse la nueva apuesta de Netflix. Chandler y Spacek también suman. Pero hay más, claro.
Familia, drama, crimen. Las historias de familias felices no tienen ningún atractivo. Como mucho dan para una comedia. El drama que se oculta debajo de las alfombras, que se trata de olvidar, que se manipula para que no manche el presente, ese drama, si se da en una familia como esta, llama a la curiosidad (malsana) del espectador. Engancha. Si además hay crimen y se le ve venir, el plato está servido en su punto perfecto. Listo para saborear.
Los Kessler saben hacer esto muy bien. Primero, dirigir buenos actores, crear grandes personajes y enredar con ellos. Y segundo, jugar con el espectador trastocando la estructura narrativa. En 'Los Soprano' aprendieron a hacer lo primero; y en 'Damages' pudieron practicar hasta la extenuación para dominar lo segundo. Como en la serie de Close, en 'Bloodline' nos muestran parte del final de la trama, del clímax al que nos iremos acercando capítulo a capítulo, con una estructura de flash-back que permite ver parcialmente la oscuridad al final del túnel para luego recorrerlo poco a poco hasta el tiempo presente (flash-back o flash-forward, según se mire: yo me inclino más por verlo como flash-back ya que la narración, que nos llega con voz en off de uno de los protas, se hace desde el conocimiento de los hechos, desde el final de la historia, desde el presente).
Como en 'The Affair', el lugar más luminoso e idílico se convierte en el escenario de la historia más oscura. En 'Bloodline' la trama transcurre en los Cayos de Florida, una zona paradisíaca y turística. Allí los Rayburn tienen un pequeño hotel a la orilla del mar. Sus visitantes pueden ir en barco a hacer submarinismo y desconectar del estrés de sus vidas. Al frente del negocio está el matrimonio Rayburn, Robert (Sam Shepard) y Sally (Sissy Spacek). Allí fue donde criaron a sus cinco hijos.
El mayor, Danny, está más fuera que dentro. Es el hermano mayor y el que no siguió el buen camino del resto. Ha tropezado más de una vez pero siempre vuelve para pedir una nueva oportunidad. Es el papel de Ben Mendelsohn ('Animal Kingdom'). El hermano responsable (y narrador de la historia) es John, policía en la zona, con mujer e hijos, el papel que tan bien le sienta a Kyle Chandler ('Super 8', 'Argo'). El hermano temperamental es Kevin (Norbert Leo Butz), siempre en segundo plano, caótico y torpe, casi un secundario. Luego está Meg (Linda Cardellini, 'Urgencias', 'Mad Men'), la hermana abogada que apenas tiene recuerdos del oscuro pasado de su familia. Y por último, la que (me) falta, Sarah.
Además de los Rayburn, conoceréis a otros personajes. No hay actor malo en esta serie. Como ejemplo entre los secundarios, sirva la hipnótica Chloë Sevigny ('Big Love', 'American Horror Story', 'Hit and Miss').
La serie arranca con la reunión familiar de los Rayburn. Debería ser algo alegre, pero ya veremos que la sola presencia de Danny reabre heridas que nunca se cerraron del todo. El mayor de los hermanos tiene una espina clavada y el resto parece no entenderlo. Entonces, en los manglares, aparece el cuerpo de una desconocida... No cuento más, que no quiero que luego digáis que me voy de la lengua.
'Bloodline' es una serie para disfrutar de sus personajes, del ritmo del conflicto, y del desarrollo mismo de la trama, que va apretando el nudo hasta dejarnos casi sin respiración, alternando el drama familiar con la investigación policial.
Después de una segunda temporada intensa, en la que se continúa desarrollando la trama inicial hurgando en la culpa y el crimen, la cadena la renovó para una tercera temporada, que será la última.
El mayor, Danny, está más fuera que dentro. Es el hermano mayor y el que no siguió el buen camino del resto. Ha tropezado más de una vez pero siempre vuelve para pedir una nueva oportunidad. Es el papel de Ben Mendelsohn ('Animal Kingdom'). El hermano responsable (y narrador de la historia) es John, policía en la zona, con mujer e hijos, el papel que tan bien le sienta a Kyle Chandler ('Super 8', 'Argo'). El hermano temperamental es Kevin (Norbert Leo Butz), siempre en segundo plano, caótico y torpe, casi un secundario. Luego está Meg (Linda Cardellini, 'Urgencias', 'Mad Men'), la hermana abogada que apenas tiene recuerdos del oscuro pasado de su familia. Y por último, la que (me) falta, Sarah.
Además de los Rayburn, conoceréis a otros personajes. No hay actor malo en esta serie. Como ejemplo entre los secundarios, sirva la hipnótica Chloë Sevigny ('Big Love', 'American Horror Story', 'Hit and Miss').
La serie arranca con la reunión familiar de los Rayburn. Debería ser algo alegre, pero ya veremos que la sola presencia de Danny reabre heridas que nunca se cerraron del todo. El mayor de los hermanos tiene una espina clavada y el resto parece no entenderlo. Entonces, en los manglares, aparece el cuerpo de una desconocida... No cuento más, que no quiero que luego digáis que me voy de la lengua.
'Bloodline' es una serie para disfrutar de sus personajes, del ritmo del conflicto, y del desarrollo mismo de la trama, que va apretando el nudo hasta dejarnos casi sin respiración, alternando el drama familiar con la investigación policial.
Después de una segunda temporada intensa, en la que se continúa desarrollando la trama inicial hurgando en la culpa y el crimen, la cadena la renovó para una tercera temporada, que será la última.
(Entrada Actualizada: 15/09/2016)
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